Resulta impactante que de manera irreversible Netflix, el gigante global de distribución de contenido de entretenimiento en línea, haya optado de suspender el supuesto rodaje de una cinta bajo el alegato de “seguridad” coincidencialmente dentro del marco de una desleal campaña mediática por medios estadounidenses en contra de República Dominicana.
Las motivaciones nos llevan a reflexionar que quizás y muy lejos de las supuestas razones, la nefasta decisión pudo haber estado tendenciada por intereses mezquinos de un sector interesado en aportar caldo de cultivo a la mencionada campaña.
Afecta a la clase artística (tanto delante como detrás de cámaras) de República Dominicana porque el mero hecho de producirse aquí, por defecto contrataría recursos humanos locales, aunque no se supo nombre ni detalles del alegado proyecto.
Los propietarios de Netflix en concreto son The Capital Group Companies, BlackRock, Vanguard Group, Morgan Stanley y Reed Hastings, éste último cofundador, presidente y director ejecutivo de la citada empresa desde Mayo del 2002. En los casos de las tres primeras en mención, tienen en afinidad ser entidades de gestión de fondos de pensiones del planeta siendo BlackRock la más sólida en esos menesteres.
Eso nos lleva a preguntar si los propietarios ven a República Dominicana como un auténtico prospecto para ejecutar operaciones permanentes vía Netflix. Trascendió que Yvette Marichal, Directora General de la DGCINE (Dirección General de Cine), entidad que regula la actividad cinematográfica en el país, intentó hacer razonar a la empresa para que ponderara tomar en cuenta darle curso a su presencia en territorio dominicano. Parece que la decisión era irrevocable porque no hubo marcha atrás.
República Dominicana alberga una extensión de los prestigiosos estudios Pinewood, pioneros en producción cinematográfica y televisiva desde 1934 siendo el más importante de Europa y uno de los mayores claves del mundo con sede principal en Iver Heath, Inglaterra (a unas 17 millas de la parte oeste de Londres). Ha de suponerse que la subsidiaria Pinewood Dominican Republic Studios previo a ejecutar sus instalaciones, debieron constatar el clima de seguridad existente en la isla.
Producciones de alto relieve han sido en tiempos recientes una constante para rodar gran porcentaje de las mismas en República Dominicana y previo a la entrada en vigor de la Ley de Cine, la práctica era similar aunque en menor proporción. Los tiempos cambian y con éstos también los métodos de enfrentar los retos y peligros que pudieran estropear el desarrollo de un país. En ese orden, no existen registros de ningún nivel o índole que haya dejado lastre certificando este país como un área insegura para rodar un audiovisual sea largometraje, documental, vídeoclip, comerciales de TV o serie televisivo-digital.
Nos negamos inexorablemente a aceptar que se sindique esta tierra como un lugar inseguro a niveles que prestigiosas empresas aleguen ceses operacionales por temor a la protección de sus colaboradores. Una aseveración exagerada y malintencionada.
La vista debe dirigirse ahora sea desde la propia DGCINE y el Ministerio de Cultura de República Dominicana en actuar con argumentos sólidos que garanticen la veracidad del existente clima de condiciones para realizar actividades profesionales en el país y a la vez, gestionar encuentros y contactos con otras propuestas del área que estén en disposición no radical, de tomar en cuenta lo que se le proponga en materia de garantías de seguridad (que las hay) una vez decidan tomar como locación esta tierra que lejos de ser señalada como insegura, es netamente un paraíso matizado por la hospitalidad, disposición y entrega de su gente.
El siguiente vídeo (cortesía de la DGCINE) muestra a República Dominicana como un destino ideal para filmar cualquier tipo de proyecto audiovisual.
El siguiente vídeo (cortesía de la DGCINE) muestra a República Dominicana como un destino ideal para filmar cualquier tipo de proyecto audiovisual.
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